sábado, 10 de enero de 2015

El éxito más excepcional

Tengo veinticuatro años, hice el bachiller bio-sanitario y estudié humanidades. Tanto en el colegio como en la universidad fui una estudiante de notables y a día de hoy estudio derecho.

Desde el punto de vista laboral tengo una vida  exitosa. Desde los dieciocho años he complementado mis estudios con empleos de diversa índole: he trabajado para una ONG o como trabajadora social en Estados Unidos. En la actualidad sumo tres años en un despacho jurídico.

Desde el punto de vista social, sin embargo, no tengo éxito. Ni marco tendencia ni tengo una gran impronta social. No soy habitual de las redes sociales ni vivo dentro del marco de la moda. Tengo pocos amigos y valoro el tiempo que tengo y lo reparto, siempre que puedo, con atención y calidad.

A tenor de admitir que mi lugar de residencia no es otro que Tarragona, debo añadir que de Aura extraje varias lecciones: a evitar la mediocridad, a avivar el espíritu crítico y a vivir con humanidad. De la universidad, como estudiante de humanidades, aprendí a apreciar la riqueza del aprendizaje y a utilizar las palabras con precisión.  Y mi familia me inculcó la preciada lección de aprender de todas las decisiones que tomo, en especial de las <>.

De ahí que desde el punto de vista personal mi vida, toda ella, no sea sólo un éxito sino también un triunfo.

El Colegio Aura propone una formación integral y se precia por atender todas las esferas de la persona y de la personalidad. De ahí que nos enseñe a distinguir, también, que tener una vida normal no es sinónimo de tener una vida mediocre. De hecho, a día de hoy, es todo un logro ser normal: lúcido, consciente, sensato, juicioso, cabal; Y siendo tan excepcional ser normal hoy en día, es un triunfo a tener en cuenta.  


jueves, 26 de abril de 2012

Quisiera decirle a mi amiga que la vida, a pesar de todo, siempre triunfa. Que el dolor se aprende a escribir con una gramática más suave. Que los ausentes se convierten en recuerdos, y los recuerdos contienen lágrimas tiernas.

Quisiera decirle a mi amiga que siempre hay esperanza. Incluso cuando la vida se tiñe del más oscuro carbón. Que siempre hay un destello. Que siempre hay una luz.

jueves, 9 de febrero de 2012

El viaje de Batinel

La señorita Batinel había acabado los exámenes y decidió que se merecía un premio. Y qué mejor forma que un viajecillo ahora que tenía tiempo. Para ella, hacer un viaje es una complicación en sí misma. Hay muchas decisiones que tomar y mucho que disponer acertadamente.

Lo primero que tenía que decidir era el quién. ¿A quién elegiría de acompañante? Era evidente que a Celina, claro. Esta vez, por ser un regalo para sí misma, no le apetecía hacer un viaje en grupo. Además, si iba con su mejor amiga.., bueno, Celina tiene los mismos posibles, así que no tendrían que privarse de ningún lujo. En cambio, en grupo, ya sería otro cantar.

Se iban las dos... ¿a dónde? Hacía poco había pasado una temporada en Europa, con sus padres. Luego no podían repetir lugar. En la Península: a ninguna parte, puesto que carece de glamour. En África hay conflictos, Asía quizá demasiado lejos..., América. Sería America. Pero la del norte, por supuesto. Y, de entre todos los lugares que podían visitar era obvio que la mejor opción, sin duda, era NYC.

Llama a Celina y se lo propone, que responde encantada ante el honor de haber sido elegida. Para evitar que Batinel cambie de opinión lo deja todo en manos de ella, que sólo llama para explicar los detalles de la comitiva.

Avión: primera clase. Hotel: 5 estrellas. Presupuesto: Ilimitado. No se puede ser una "It girl" si no utiliza sus ventajas. Batinel, que no ha nacido pobre tampoco quiere actuar como si lo fuera. Como decía la canción, antes muerta que sencilla, por el amor de Dios.

Después de dicho viaje, ambas me contaron sus experiencias. Se lo pasaron muy bien, fueron a fiestas fantásticas y conocieron a gente super famosa. También se hicieron muchísimas fotos. Todos los looks tenían que quedar registrados. Y todos sus amigos debían verlos. Pero ninguna de ambas había aprendido que no es tanto lo que una hace como lo que una dice. Y desde luego, hablar de dinero, por poco o mucho que se tenga, es muy poco "in".


lunes, 30 de enero de 2012

La mejor amiga de Batinel

La mejor amiga de la señorita Batinel es alguien digno de mención. De personalidad extraña y contradictoria, cuando uno la conoce parece afable y simpática. Rara es la persona que se da cuenta de su lado oscuro, incluso sus más allegados. En allegados incluímos a la señorita Batinel, a la que si le preguntas por esa doble personalidad de su amiga, responde de acuerdo a su lealtad, pero también a su ignorancia.

Tuve la oportunidad de conocer a Celina hace ya tiempo, en una fiesta. Recuerdo que me pareció muy sonriente. Desde luego, "sabía estar". Le podías presentar a quien fuera que sonreía, o contarle lo que fuera, o decirle lo que fuera. Siempre sonreía, siempre. Con aquella mueca de felicidad confiada fijada en la cara. Me pareció amable. Recuerdo que entablé el típico intercambio de cortesías con ella y, aunque no me pareció demasiado inteligente, tampoco me llevé una mala impresión.

Tras aquella fiesta traté a Celina con mucha más profundidad. Me resultaba tiempo tranquilo el que pasaba con ella. Nunca teníamos conversaciones de gran calado, en ningún sentido. A medida que se sucedía el tiempo de nuestra nueva amistad nos fuímos haciendo la una a la otra. Sin embargo recuerdo darme cuenta de la tendencia que tenía a ser una niña grande. Me llevé algunas sorpresas, pues nunca había conocido a nadie tan dependiente y posesivo con un lado tan encantador. Pero bueno, siempre sonreía.

La relación entre Batinel y Celina es curiosa. Celina admira a su mejor amiga con esa admiración que siente el niño por su héroe. Me atrevería a decir, fruto de mi observación, que es el tipo de relación utilitarista: la señortia Batinel tiene a una amiga bien parecida que la mira con admiración y la halaga constantemente, que viste bien y sabe estar en las fiestas y demás celebraciones e, incluso resulta amena; Celina es harina de otro costal: en secreto está celosa de Batinel y aprovecha cualquier ocasión para difamarla, si alguien la elige antes que a ella (y siempre en privado, nunca con la otra delante). A la vez la aprecia y no la quiere perder como amiga. Es contradictoria, Celina. Aunque quizás sólo sea débil. Y es consciente de ello.

En todo caso, todo ello tiene cierto punto oscuro, como podréis comprobar. Pero bueno, los entresijos de las relaciones humanas son tan inexcrutables como sus caminos. Personalmente, siempre he pensado que había algo más en todo ello, sí, algo más que algunos tacharían de oscuro o enfermizo. De todas maneras, aunque Celina siente celos, Batinel la desprecia un poco.

lunes, 23 de enero de 2012

La juventud de Batinel

Estaba allí sentada la señorita Batinell. Hacía poco que se había levantado y, envuelta en su bata, desayunaba a la mesa café y tostadas, con mucho menos glamour de lo que le gustaría. Sobre la mesa, a su derecha, tenía abierto el Mcbook y a su izquierda el Iphone. Desayunaba mientras pensaba qué se iba a poner. Ese vestido con esos magníficos zapatos. El bolso, el pañuelo, el abrigo, las joyas. Un conjunto perfecto para ese día perfecto. Tras leer la versión online del periódico se ducha, se viste, se maquilla. Se perfuma también. Ya está perfecta para salir de casa.

Coge un taxi y llega a la universidad. Entra en clase, saca el Ipad y entra en facebook. Luego twiter. El correo, el personal y el de la uni. Van llegando amigos y compañeros. Llega el profesor. Comienza a tomar apuntes. Descanso. Apuntes. A veces come en casa pero generalmente lo hace en restaurantes. Tiene muchos amigos que se lo pueden permitir. No le van los pobres.
 
Puestos a elegir, no le van ni los pobres, ni los feos, ni los poco educados, ni los que no tengan nociones de protocolo, o los que no combinan bien, o los que padezcan de sobrepeso, o los que no sean los más listos de su calle. Entre una larga lista de peros.
 
Tras el restaurante vuelve a casa para cambiarse de ropa; el conjunto de mañana cambia por el de tarde, si ha quedado. Y éste se sustituye por el de noche. Normalmente tiene una cena a la que asistir, o una fiesta, o ambas. Está muy solicitada. Porque es guapa, rica, viste bien, mantiene buenas relaciones, y es, en general, la mas de-todo de su calle. Bueno, no de su calle. De la zona, de la ciudad, casi del planeta.
 
Y eso es en lo que emplea la mayoría de su tiempo. En aparecer. Quizás también en aparentar, aunque ni siquiera sea capaz de admitirlo.
 
A veces, tras haber quedado para comer e ir de compras, llega a casa y tiene un minuto de silencio en el que sólo está ella misma. Y entonces, tras colocarlo todo en su sitio y observar que su piso está ordenado, impoluto, se da cuenta de que no está tan encantada de haberse conocido. Pero ahoga cualquier introspección, si es reprobatoria, planeando el siguiente conjunto, la siguiente compra, o viaje, o cena, o proyecto que no alcanzará a satisfacerla. Demasiadas veces se permite culpar a otro, a cualquiera que no sea ésa que le devuelve la mirada a través del espejo.
 
A medida que crece se hace más preguntas acerca de su verdadera forma de ser. Pero con la misma rapidez con la que envejece responde a esos interrogantes con mayor prontitud, ahogándolos en promesas vacías.
 
A fin de cuentas, la señorita Batinel no está echa para esas reflexiones. No es que toda su vida sea estar magnífica ante los demás y ante ella misma. También tiene sus puntos profundos. Pero todavía es joven. Y le toca disfrutar de la exhuberancia de esa época dorada que siempre termina. Tarde o temprano. Y en nuestros días, aunque se acentúe la cualidad de efímero, se compra barato el tiempo, aunque se pague caro.