La primavera llegó pronto, muy pronto, este año. Y entre engaños y desengaños, entre copos, gotas y calor, comenzaron a crecer las hojas. Al principio las hojas y después todo estuvo en flor.
Diecinueve de mayo y el tiempo indica que prácticamente es verano. Dejamos atrás el suspense de lo que tenía que llegar. De repente, el futuro deja de ser desequilibrio entre frío y calor y nos abruma la claridad del camino.
Nueva York, Tarragona, Madrid. Un año de una vida. Ordenado, casi milimetrado, sobre el papel. Claro, sí, confuso, también. La impulsiva pero meditada decisión es una realidad tangible.
Ya no es tiempo de decir que no. No le digas a la flor que desaparezca y se vuelva hoja. Pero las flores son bonitas. Y si dejas que la flor crezca probablemente dará fruto. Qué grandes son las expectativas. Qué insulso es el miedo al error.
Nueva York, Tarragona, Madrid, futuros cercanos. Tiempo al tiempo.