sábado, 28 de agosto de 2010

A la vuelta.

Ya he llegado. Contenta de haber ido, menos de haber vuelto. Con un sentimiento nuevo y algunas certezas en la maleta. Una que al volver estaba tan llena que costó cerrar.

Allí todo era naturaleza, apogeo de vida; trabajo, agua, sol y soledad. De la buena. De la de "me da igual usar letrinas y comer mal, dormir poco y trabajar más", de la de "me siento útil, me gusta mi trabajo y merece la pena el esfuerzo". De la de "por fin puedo escucharme a mí misma y aprender quien soy", de la de "soy paciente y acepto las dificultades, soy fuerte y lo puedo ser más. Soy ignorante y puedo dejar de serlo".

Dos meses dan para mucho. Dos meses puede ser una vida. Renovada y con la maleta llena me marcho a Madrid. Con la esperanza de necesitar dos al volver. O de vaciarla de contenido innecesario.

He aprendido algo estos dos meses. Quizás no grandes cosas. Me he aprendido a mí.  

3 comentarios:

  1. Me alegro mucho, Carmina. También... de que hayas escrito un post sobre ello. Ha sido bueno. La distancia es buena si sirve para dejar de dar vueltas sobre uno mismo porque el espacio era demasiado pequeño; si sirve para ser un poco más lo que uno puede ser. Árdua tarea que no se acaba hasta que te despides de este mundo para siempre. Rumbo fijado... y a seguir aprendiendo. Siempre estamos en ello. Y ello es como el Océano que has atravesado hace nada.

    Un beso, joven amiga "americana". Te seguiré echando de menos.

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  2. Aprender algo, en sí, ya es un privilegio. Y la vida tiene mucho que enseñarnos. Aprenderse a uno mismo, eso ya, es un don. Deseo que es don lo uses intensamente.

    Que sea un feliz y prometedor regreso!!!!
    Un abrazo.

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  3. Y esperamos con curiosidad próximas entradas, así, entre aprendizaje y aprendizaje .........

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