Después de Madrid y demás aventuras, de suplicar referencias grandilocuentes y falsificar algún que otro papelillo, regreso a mi casa, o al blog. Ahora esperemos que todas las divinidades griegas estén generosas y aúnen y regalen venturas y me destinen los próximos tres meses allende el vasto océano. La patata necesita, sin duda, acudir a sus orígenes. Esperemos que las respuestas sean tangibles y que no tenga que pelarse y trocearse para descubrirlas. Y, si eso sucede, esperemos -ya que estamos- que ni esté agusanada ni contenga defecto de fábrica y sea harinosa.
Por ahora, tras indagaciones, descubre la superheroína que la musa huye porque no quiere mutar. Aunque la necesite la dueña de este pequeño paraíso no-nuclear. Que de tantos "corazones, lágrimas y sonrisas" o avanzamos o morimos. Y si lo dijo Darwin, no hay confusión. Lo dijeron otros, además, ya de la era moderna (véase Hobbes) Y si ellos llegaron a esa conclusión, nosotros... ¿qué debemos reprocharles?
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En fin, con el paso del tiempo todo cambia. Y no cabe objeción alguna. ¡Crezcamos! ¡Maduremos! ¡Cambiemos! ¡Mutemos! ¡Ánimo, señoras y señores! ¡Niños y niñas! Huyamos, como la musa, de los quehaceres diarios y vayamos al circo, o salgamos a las calles, o pisemos el teatro. La vida está allí fuera, bien iluminada, bajo los insolentes rayos de luz.
Dioses, mayores y menores, de la antiguas culturas, iluminad a la humanidad con vuestros crueles o bondadosos atributos. Mostradles el camino, tortuoso o no, de sus penosas existencias. Proporcionadles, de vez en cuando, un asidero para que no se desplomen. Bañadles en elementos radioactivos que provoquen mutaciones y reidos de ellos cuando sufran.
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Se termina el tiempo. Empieza la cuenta atrás. Tres meses, sólo. Sólo tres meses. Vuelvo a vivir mi vida. Y. sin duda alguna, han sido bondadosos.