lunes, 30 de mayo de 2011

Por qué uno debe dejarlo todo y aceptar programas de movilidad

Ya no queda nada que decir porque... qué es lo que nos nos hayamos dicho -o escrito- ¿verdad? En última instancia, qué es lo que no hayamos intuído, de entre lo poco que quedó en el aire. Es algo que me ha encantado de nuestra relación-casi-de-pareja, por cierto. Y lo que te voy a echar de menos es indecible. No me imagino un año que viene sin ti, sin Madrid. Me arrepiento de marcharme, a pesar de lo que hubiera sido el año que viene. Pero así es la vida, es lo que toca hacer, ambas lo sabemos.

Sé que te lo vas a pasar estupendamente el año que viene. Por eso te pido que dejes de sufrir por lo que dejas atrás. Ya sabes que cada camino que tomamos nos acerca a la persona que debemos ser y marcharte y empezar en otra parte siempre es una aventura que merece la pena vivir. Pisa Milán con los brazos abiertos -o "abierta la mente", como dice mi madre- porque es probable que te depare lo que para mí ha sido todo este año. Hay tantas cosas con las que sorprenderse que es una pérdida de tiempo atarse a la nostalgia (y te lo dice una persona de talante nostálgico).

Sólo abre los ojos, para poder observar los detalles más pequeños, que amenudo aparentan ser los menos importantes. Despídete de lo que ha sido tu vida con una sonrisa y sigue tu camino, porque en ti queda lo que debe permanecer. La felicidad está en todas partes, ya lo sabes. Y si te cierras a ello, tendrás la sensación de que has dejado en stand by tu vida y que Milán sólo es una cuenta pendiente y, así, lo único que harías sería perdértelo todo, perderte lo mejor.

Así que: ¡adelante! Ha sido increíble haberte conocido, increíble con todos sus matices. Y sólo te deseo -que no es poco- que vivas lo mismo, sino más y mejor, que lo que he vivido yo.

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