jueves, 12 de noviembre de 2009

Silencio

En el primer acto nos percatamos de que hace tiempo que sucede. No importa el lugar en el que estemos. Podemos ir a la playa y jugar a hacer castillos en la arena; soñar que el mar nos obedece o creer que en vez de flotar volamos sobre las olas. Podemos ir al parque y subir a la montaña rusa y creer que el vértigo de la vida nos provoca esa sensación que nos inunda; aferrarnos a las tazas y, entre vuelta y vuelta, soñar que somos tan importantes como los planetas y, que sólo la gravedad impide que dejemos de rotar. Podemos quedarnos en casa y cocinar, y sentirnos pequeños prestidigitadores que de unos cuantos huevos, harina, leche y azúcar crean un magnífico pastel; o ver una película y enamorarnos de imágenes que creémos como una prolongación de las vivencias que nos sucedieron años atrás; o dormir y reinar sobre un pequeño espacio del universo, del que nadie puede escapar y de quien nadie es dueño, nuestro sueños.

Sin embargo, hace ya tiempo que sucede. Tiempo hace ya que perdimos el interés por nuestros pequeños logros. Los nuestros. Y ahora sólo nos queda el silencio. Silencio... nada. Un agujero, nego y absurdo. Arrogante. Que se lo lleva todo. Y somos conscientes de nuestra insignificancia, de su magnitud y de su cercanía.¡Cuánta impotencia! Y en el segundo acto la protagonista es la verdad. Y todo lo que atribuímos a esa unidad cambia y fingimos que sigue intocable, intachable. Sabemos que no es así, pero la ilusión de una ilusión nos puede. Y cuando sucede, cuando ya no podemos negar nuestra vulnerabilidad, pero todavía podemos esconderla, empieza el tercer acto, con una esperanza nueva. Regalo de alguien, en algún momento, en un tiempo determinado pero ya pasado, demasiado lejano para que sea recordado pero, sin duda, realizable gracias a nuestras toscas manos de ser humano.

Y el acto cuarto es el mejor. En él se unen realidad, verdad y esperanza y comienza la lucha. Suele ser una escena sangrienta de una fuerte carga sensitiva. Sólo los más sinceros la superan. Quienes no poseen esa cualidad acaban como Romeo y Julieta, quitándose la vida. Para aquellos que admiréis su hazaña, olvidad el halo romántico de la historia: morir apuñalado no es idílico sino lento, doloroso y cruento. Aún y así, cada uno decide su destino.

No siempre hay un quinto, aunque siempre es el más relevante. Si lo observáis por separado y haciendo una lectura plana, podéis confundirlo con el primero. Porque, de nuevo, reaparece la figura más importante: el Silencio. Pero esta vez, si váis más allá, no será un momento de crítica o reprobación. Será el instante en el que la Verdad se os presentará como la esencia de vuestras vidas, como la realidad que, por fin, aceptaréis como ineludible. No querréis cambiarla porque será esperanzadora en vez de oscura. Y salpicaréis toda la escena de aceptación. Sentiréis sosiego. Y por fin, después de muchos años, se encenderán las luces. Es probable que el patio de butacas esté casi vacio. Quizás veáis un par de personas en la platea y, los más osados, seguro que se descubrirán de pie, excitados, en el palco de honor. Nadie sonreirá, pero el telón ya se habrá abierto.

15 comentarios:

  1. Venga, menuda "cdc" que portas, colega.

    Ahí te dejo tres más:

    ALCORCE - BARCIA - COLANILLA

    Veamos que eres capaz de hacer .....

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  2. Planteas la vida como un teatro ... en actos. Una acertada metáfora de esas etapas por las que pasamos obligatoriamente hasta que se cierra definitivmente el telón. Definitivamente.

    No sé qué pensarás tú. Yo creo que no todos somos capaces de pasar de un acto al siguiente. Aunque está calculado para que lo podamos alcanzar con un salto de cualidad, hay precipicio. A veces uno reúne el valor suficiente; otras, te dejas ... y pides un empujón. Si no es así... no llegas al quinto acto en el que recuperas el primero - la confianza de la infancia, su sencillez...- y le das forma con los moldes que tú mismo has trabajado con esfuerzo en la madurez.

    ¿Recuerdas aquel principio filosófico "de la nada nada sale"? Cada acto se apoya en el anterior. Sería una pena que el telón se cerrara con una función inacabada porque el actor , en lugar de estudiar el guión, se dedicó a sestear.

    Esta es mi lectura de tu post. Sospecho que hay otras... Pero me quedo con ésta. Me cuadra.

    Desde luego, querida colega, mira que escribes bien... ¿has pensado cómo dividirás en actos este don que te ha regalado la madre naturaleza? Mucho más que eso: este don que el Creador pensó para ti y te lo dio en abundancia, sin escatimar una coma...

    Un beso, Carmina. Menudo panorama tienes en tus manos.

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  3. Soledad, vulnerabilidad, esperanza... y a mí ha llegado sola: valentía.

    Silencio, una página en blanco, sentirse poquita cosa, y dejarse llevar por las palabras; esas que hoy nos has dejado.

    Cada texto, independientemente de su autor, nos habla sólo a nosotros. Y para mí, tus palabras, son valientes.

    Gracias por compartirlas. Hoy me animo a romper el silencio, ese con el que te he estado leyendo desde tus inicios. No dejes de escribir.

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  4. Mamarrrrrrrrrrrg, ya veré qué hago. Echaba de menos tus palabras.

    mua*

    (Ya he descubierto el misterio de los comentarios jaja)

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  5. Sunsi :)

    Vale, ¡vaya comentario! Por partes: mi intención, en un principio, no era hablar de la vida y lo que es, así que mérito no tengo. Como sabes, llevaba un par de semana sin poder enlazar dos párrafos y pensé que si escribía sobre mi estado (de ánimo o de lo que sea) fluiría algo más... al final me di cuenta de la metáfora y me parece que tendrás razón y Dios me dio algo más de lo que esperaba. ¡Sin pretenderlo escribo más de lo que inicialmente pretendo!

    Estoy más perdida que no sé qué comparación hacer.

    Un besazo y gracias por tu comentario y por el enlace y por todo.

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  6. Ana, me ha sorprendido tu comentario. No me lo esperaba, la verdad. Me halaga que me lean y, concretamente, que me hayas escrito mucho más. (Qué simple soy a veces -o siempre.)

    En fin, me parece que valiente es todo aquel que se atreve a escribir para los demás, además de para si mismo. No es fácil saber que siempre estás sujeto a críticas. Pero siempre son mejores.

    Por otra parte, espero que la transmisión de soledad y vulnerabilidad se acabe pronto. (já. já) Aunque ya se dice que a mi edad es algo bastante común...

    Gracias por leer(me), significa mucho para mí.

    Un beso

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  7. Yo creo que nunca dejamos de ser vulnerables, y que la soledad será muy a menudo, una inolvidable compañera de viaje. Son ellas las que nos hacen valientes. Las que nos empujan a dejar cosas por aquí, en este mundo de bitácoras. Las que nos hacen persistir en esa a veces insensata búsqueda de interlocutor que es escribir... para los otros.

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  8. Observo que aquí la crítica literaria brilla por su ausencia.

    Por favor, ecuanimidad y templanza.

    Ya estamos convencidas de los maravillosos dones que con acompañan, de la largueza y finura de nuestras dotes, de la profundida de nuestra percepción y de la madurez y elegancia de nuestro verbo.

    Así que ¿eh? No seáis, no seáis .......

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  9. mamargghhhhhhhhhhh ... Es un buen artículo. ¿por qué quieres que le digamos lo contrario?

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  10. jajaja, mamarg, cuando hablas así me recuerdas a "Roman de la Rose" y todas las damas virtudes.

    En fin, aunque no te lo creas, en realidad, sé perfectamente que tengo que mejorar. Que me digan que está bien no implica ni que sea genial ni que no haya ningún defecto.

    Besitos

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  11. Yo leo, siento... literariamente no podría juzgarlo jamás. No pertenezco a la estirpe de la crítica literaria... por eso, brilla por su ausencia.

    Supongo que todo es mejorable, el estilo, la gramática, el ritmo... todo es susceptible de ser optimizado... ahora, ese saber qué decir, ese decir algo con las palabras, ese mundo no le pertenece a la gramática, ni al estilo, ni al ritmo... le pertenecen a la mirada del autor.

    Rumbo Fijo... tienes mucho que contar. Lo que te falte lo aprenderás. Pero ya tienes lo importante. Cabeza, mirada, perspectiva... y quedan aún tantas cosas por ser contadas...

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  12. Ana, me alientas. A veces me angustia la sospecha de que quizás no tengo realmente nada que decir. Supongo que son cosas que suceden. Precisamente estoy pasando por un momento en el que me cuesta hilar párrafos. Parece absurdo porque, en realidad, siempre me ha parecido algo tan sencillo... Espero que sea pasajero. Nadie sabe mejor que yo lo mucho que me aferro a las palabras. De una manera quizá malsana, incluso. (Me parece que estoy dramatizando jajaja) En fin, gracias.

    A parte, dudo de si en realidad solo lees y sientes (perdona la osadía, es un defecto del trato online) pero me da a mí que sabes bastante más de literatura de lo que dices en tu comentario.

    Repito, gracias. A veces, leer un comentario así hace que me apetezca coger la pluma.

    Un beso

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  13. Pues no dejes la pluma. si te apetece hazlo, y si no, también. Nunca se sabe cuándo saltará la liebre, lo que sí sé es, que cuando salte, te tiene que pillar ahí.

    Y por la experiencia de otros, sé que ese parón es algo normal... ese no ser capaz de hilar palabras, sucede. Ana María Matute estuvo años sin poder escribir una sola palabra... y mira tú... ella... ¡quién lo podría decir!...

    ... y si no nos sale hilar palabras, al menos, siempre, nos quedará la lectura. Siempre. Hasta que volvamos a coger el hilo y podamos tirar de él.

    No, no sé de literatura. Sólo podría contarte lo emocionante que han sido para mí algunos libros. Algunos personajes. Algunos autores.

    Un abrazo, Rumbo.

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