viernes, 28 de octubre de 2011

La carrera sin valores

Sonará extraño, pero a veces pienso que no me volveré a enamorar. De hecho, no imagino en mi vida a nadie, ni al pasado. Y tengo que decir que no vivo esperando a que llegue lo que perdí, de eso tuve mucho -bueno y malo-, y el pasado es pasado. Quiero que aparezca algo mejor. Y aún con todo, no imagino a nadie en mi vida por mucho, mucho tiempo.

Ayer alguien me dijo, entre copas, "tienes que vivir tu soltería". Y mi respuesta fue que ya la estaba viviendo. Pero aunque quiso decir "tienes que enrollarte con alguien", sólo contesté eso, que ya la estaba disfrutando.
 
No estoy triste, ya no. Todavía frustrada por haberme esforzado al máximo y no haber recibido a cambio lo que buscaba. Pero lo que sucedió me ha dado una nueva perspectiva. No pienso "te quiero, te necesito en mi vida!; y es un alivio. Pero veo las relaciones de forma mucho más clara. Veo que una relación es un acuerdo en la que ambas partes signan con confianza -más o menos ciega-, por amor, para no dejarlo morir, para hacerlo crecer (entre otras cosas, obviamente).  Y no me arrepiento de nada, gracias a Dios.
 
A raíz de la frasecita de "tienes que vivir tu soltería" me di cuenta de varias cosas... Haber vivido el amor me ha enseñado qué busco. No me veo con nadie, es cierto. Pero desde cuándo estar soltero implica rebajar las expresiones de amor a un hecho tan físico, vanal y frívolo como enrollarse con un desconocido. Desde cuando nos hemos convertido en eso... en un polvo en tú casa o en la mía.
 
Ya viene de lejos, no descubro la pólvora. Quizás encontré amor muy joven y duró hasta que me llegó la madurez. Y allí estoy. Descubro que soy adulta cuando todo lo que me rodea me dice que tengo que vivir mi soltería. Como si se tratara de una carrera, de un reto. De a ver quién llega antes. ¿A dónde? ¿A qué?

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