Acaba de suceder. Aunque no sé qué ha pasado. Creo que nos hemos despedido. Es duro decirle a alguien a quien quieres que cada día le quieres menos. Y todas esas grandes diferencias se han hecho evidentes.
He estado tres años y medio con un chico y hoy no he sabido descrifrar sus expresiones. No he sabido descifrar siquiera sus palabras. Y todo el dolor que creía que había superado, quizás no lo haya hecho. Y no sé si he aprendido a reprimirlo, a mantenerlo oculto a fuerza de práctica o es algo que no puedo evitar y va a seguir ahí.
Sé que no es para siempre, el dolor. Pero pensaba que él era para siempre. Y me esforcé al máximo por ese sentimiento y esa promesa. Y ahora, cuando el dolor vuelve y las lágrimas se agolpan allí, en mi pecho, y mi corazón me pide más esperanza, ya no sé cómo manejar la situación. Mi cabeza me dice que se ha terminado pero lo otro me dice que no, que no me rinda, que no lo haga, porque siendo para siempre, para siempre no ha llegado.
Dicen que todos piensan que el primer amor es eterno. No iba a ser yo una excepción.
No sé qué pensar. La verdad. Sigo sin saber qué ha pasado.
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