lunes, 12 de octubre de 2009

Suicidio social (III)

Cometemos demasiados errores. Nosotros. Y no logro comprender a qué viene tanta imperfección. Sobrevolamos la vida y, sin embargo, cometemos errores. Yo lo hago. Y después siempre es demasiado tarde para volver atrás. Luego no hay solución que valga.

Antes lo quería perder todo. Soñaba con el mar. Despreciaba mi poder. Me costó comprender que todo lo que tuve lo gané. Yo. Porque ¿qué es sino, el trabajo, que una manera de reafirmarnos?

Ahora me encuentro donde quería. En una bonita casa en la costa mediterránea. Estoy donde quería y no soy nadie. Sólo el rey que fue destronado. Sin trabajo. Uso mi nombre por primera vez en cincuenta años. Utilizo un nombre que ni siquiera es el mío. Uno que nadie conoce. Pero eso es lo que tiene el deseo. Su realidad.

Tengo el velero que quería, aunque el mar no me atrae. Se me antoja una inutil y cambiante mancha colorida. Lo inunda todo. Pero no llega a mí. Aunque es lo de menos. De más es que todos aquellos que me apoyaban en mi viaje hacia la esencia de las cosas se han marchado. Dieron su voto a otro. A un chiquillo maleable. Supongo que eso les pareció más interesante.

Lo he perdido casi todo. Y es más doloroso de lo que imaginé. Pero se ha esfumado. Ya no puedo recuperarlo. Y aunque lo desee, sé que no merece la pena. Soy viejo. Mi corazón es frío y duro. Mi mente, retorcida. Mis deseos, vanos. Mis pasiones, despreciables. No hay bondad en mí. Yo la destrui. Y ahora, sólo recojo lo que sembré. Para mí y para el pueblo. Aprendieron erróneas lecciones. Y ahora me toca a mí.

Firmado, Lauro.


5 comentarios:

  1. ¿te parece? No me he dado ni cuenta. Quizás me parezca más triste que otra cosa.

    Un besito, cielo.

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  2. Un poco triste. Llegar al final, después de un largo recorrido...con las manos vacías, sin ganas de mar... Irreversible.

    Ojalá escribas un Suicidio Social IV ... y se pueda coser algo de lo que se le ha roto a Lauro.

    Besiños, Carmina.

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  3. jajaja, a ver, Sunsi. Ahora no lo veo posible, la verdad. Pero nunca se sabe.

    Un beso*

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  4. Yo creo que nunca se empieza de cero.
    Menos mal.

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